Sale de Cine Doré y baja caminando despacio la calle Antón Martín. Siempre le gustó este barrio. Es el Madrid de verdad, dice. Un Madrid que ha visto de todo, dice. Camina con la cabeza alta. No con un gesto de superioridad, al contrario, buscando las miradas de la gente, las sonrisas, un guiño, un destello de sociedad. Se para en el semaforo y comenta algo en voz alta. Nadie le responde. Cruza la calle y sigue andando. Se para en Atocha y observa el trafico, la gente, la policia municipal, el servicio municipal de limpieza, la estacion de tren a lo lejos, y una manzana mas allá el Museo Reina Sofia. Disfruta. Respira lentamente, con los ojos cerrados, y cruza la calle. Con el semaforo en rojo. Yace en el suelo, y de nuevo lentamente, deja de respirar.